Los "custodios de la tradición" y la "alegría del amor"

Fuente: FSSPX Actualidad

En 2016, el Papa Francisco publicó la exhortación postsinodal Amoris lætitia en la que concedió, caso por caso, el acceso a la comunión eucarística a los divorciados "vueltos a casar" que no tienen derecho a ella, según la moral constante de la Iglesia católica.

En 2021, el Papa publicó el motu proprio Traditionis custodes cuyas draconianas condiciones tienen por objeto restringir en la medida de lo posible el derecho de los fieles a la misa de siempre, con la esperanza de que algún día este derecho desaparezca por completo.

Por un lado, existe un pseudoderecho a la comunión otorgado por la "misericordia pastoral"; por otro, un verdadero derecho a la misa de siempre, limitada y casi negada en nombre de "la unidad de la Iglesia", amenazada por la falta de sumisión al magisterio conciliar reivindicado por la nueva misa. 

Por un lado, una extrema solicitud hacia las "periferias de la Iglesia"; por otro, una absoluta severidad hacia aquellos que se mantienen fieles al santo sacrificio de la misa, y que, junto con los cardenales Ottaviani y Bacci -en su Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missæ (1969)- afirman que la misa de Pablo VI "se aleja de manera impresionante, en el conjunto como en el detalle, de la teología católica de la santa misa, cual fue formulada en la XXII Sesión del Concilio de Trento, el cual, al fijar definitivamente los 'cánones' del rito, levantó una barrera infranqueable contra toda herejía que pudiera menoscabar la integridad del misterio".

Estas dos actitudes opuestas manifiestan un sentido de paternidad inversamente proporcional: generoso con la periferia, riguroso con los católicos. Los primeros están invitados a compartir la "alegría del amor" (Amoris lætitia), incluso fuera del matrimonio cristiano; a los últimos se les pide obedecer a los "custodios de la tradición" (Traditionis custodes), los obispos. ¿Veremos algún día a los sacerdotes y fieles adheridos a la tradición gozar de la solicitud reservada a las periferias, y estas últimas experimentarán el rigor de las amonestaciones que los custodios de la tradición conciliar lanzan a los primeros?

Porque aquí es exactamente donde radica el problema: esta "alegría del amor" es distribuida por los custodios de una tradición que ni siquiera es secular. Es una alegría sentimental, cimentada en las arenas movedizas de una tradición en evolución, con una doctrina ecuménica cambiante (Declaración de Abu Dabi, culto a la Pachamama...) y una moralidad de geometría variable (Amoris lætitia...). Una tradición en evolución, cuyos amargos frutos: iglesias vacías y seminarios abandonados, indican que es biodegradable. Por tanto, es posible que muy pronto sus custodios no tengan mucho que custodiar. 

Padre Alain Lorans