La Madre de Dios, Mediadora de todas las Gracias (1)

Fuente: FSSPX Actualidad

Cristo es mediador entre Dios y los hombres. Este oficio de mediador consiste en unir los dos extremos entre los que se sitúa. Para esto el mediador necesita tener una cierta unión con los dos extremos, pero también ser distinto a ellos.

El mediador ejerce su oficio transmitiendo a un extremo lo que pertenece al otro: de ahí la mediación ascendente, es decir, de los hombres a Dios, y la mediación descendente, de Dios a los hombres.

A Cristo le corresponde ser mediador entre Dios y los hombres, pero puede haber mediadores secundarios:

– ya sea de modo dispositivo, preparando a los hombres para que recurran a Cristo;

– o de manera ministerial como instrumento de comunicación de aquello que viene de Dios: esta es la definición misma del sacerdote.

El Magisterio, los Padres y los Doctores atestiguan la mediación de María

A este respecto, León XIII escribe en la encíclica Octobri mense: “Por expresa voluntad de Dios, nada nos es concedido sino por María”.

San Pío X, dice de María en Ad diem illum que ella es “ante su Hijo único la poderosísima mediadora y abogada del mundo entero”, que retoma la bula Ineffabilis de Pío IX.

Finalmente, Benedicto XV instituyó en 1921 la fiesta de María Mediadora de todas las gracias.

Muchos Padres de la Iglesia hablan sobre esta mediación de la Madre de Dios. San Gregorio de Nacianceno († 390) dice: “Sabemos que la gracia divina nos viene por tu mediación”. San Efrén († 373), gran doctor mariano la alaba: “Salve, excelente Mediadora entre Dios y los hombres”. San Venancio Fortunato († 609), dice en el Ave maris Stella: “Pide para nosotros todas las gracias”.

San Modesto de Jerusalén († 634), a su vez, declara: “Los dones celestiales son distribuidos por ella al género humano”. San Germán de Constantinopla († 733): “Fue mediadora, primero, por su alumbramiento sobrenatural, y ahora lo es por la intervención de su protección maternal”.

Los Doctores medievales también enseñan esta verdad: San Bernardo, San Alberto Magno, San Buenaventura y otros. Todos ellos utilizan las imágenes del acueducto y del cuello, siendo Jesús la cabeza de la Iglesia. Toda gracia pasa por María. San Buenaventura precisa que María comunica la gracia, “no por principio, sino por mérito”, “no por infusión, sino por impetración”.

San Roberto Belarmino y San Francisco de Sales respaldan la mediación de María contra los protestantes. Y hasta el siglo XX, esta fue la opinión unánime de Papas, obispos, teólogos y predicadores. Entre las dos guerras, el cardenal Mercier lanzó una petición firmada por más de 500 prelados para pedir a Roma una definición solemne de la mediación de María.

La teología demuestra la posibilidad de esta mediación

La Madre de Dios está unida a Dios por su maternidad divina, por las afinidades que de ella se derivan, y por su santidad que hace que en ella nada desagrade a Dios. Ella también está unida a los hombres por su naturaleza humana, y también es redimida como ellos, aunque de una manera muy particular.

Pero hay que añadir que María se diferencia de Dios porque ella es una criatura, así como se diferencia de los hombres por su eminente santidad y su singular lugar en la Redención, puesto que ella participó en el acto redentor con su Divino Hijo.

Finalmente, ahora está en el estado de bienaventuranza, en el Cielo, lo que la distingue de los hombres que peregrinan aquí abajo, los llamados “viadores”, de via, camino.

Por tanto, es posible que María sea una mediadora secundaria entre Dios y los hombres. (Continuará…)