¿La Madre de Dios es reina?

Fuente: FSSPX Actualidad

El término “reina” debe entenderse como una autoridad soberana, no como la excelencia en un orden específico -como cuando se dice de un gran cocinero que es el “rey de la gastronomía”: en este último sentido, el primado de María en el orden sobrenatural bastaría para darle el título de reina.

La Sagrada Escritura

El Salmo 44, 10 dice: “A tu diestra está en pie la reina, vestida de oro de Ofir”. Este salmo celebra al Mesías Rey y a su esposa que es, principal y singularmente, la Virgen María.

Dos figuras de María son reinas: Betsabé (3 Re 2, 19) y Ester (Est 2, 17; 5, 3), e Isabel se dirige a María llamándola “Madre de mi Señor”, Lc 1, 32.

Los Padres de la Iglesia reconocen en ella esta dignidad

San Efrén, Oratio ad Ss. Dei Matrem: “Noble doncella y patrona, Reina, Señora, guárdame, protégeme”.

San Andrés de Creta, Homilia II en Dormitionem Ss. Deiparæ: “Hoy [Jesús] saca de su morada terrena a la Reina del género humano, su Madre siempre Virgen”.

San Germán de Constantinopla, In Præsentationem, I: “Siéntate en el trono, Oh Soberana, puesto que eres Reina y más gloriosa que todos los reyes”.

La Liturgia

En la Liturgia romana, la fiesta de la Santísima Virgen María Reina fue instituida por Pío XII en 1954. Basta recordar también las antífonas Salve Regina, Regina Cæli, Ave Regina Cælorum.

Las liturgias orientales también celebran a la Virgen Reina: en el rito bizantino, el domingo después de Navidad, en Maitines: “Oh justo, o muy feliz (José), por tu origen real fuiste elegido entre todos para esposo de la Reina pura, que maravillosamente dará a luz al Rey Jesús”.

El Magisterio

León XIII, en la Encíclica Magnæ Dei Matris: “Por esto Ie pertenece a Ella [a la Virgen María] la corona del cielo y, porque se convertirá en la Reina de los mártires, la corona de la tierra. Así, en la celestial ciudad de Dios estará sentada en el trono, coronada por toda la eternidad, junto a su Hijo, porque constantemente, durante toda su vida, pero de manera especial en el Calvario, bebió con Él el cáliz rebosante de amargura”.

San Pío X, Ad diem illum: “Jesús está sentado a la diestra de la divina majestad en la sublimidad de los cielos (Heb 1, 3). María está sentada a la diestra de su Hijo, ‘un refugio tan seguro y una ayuda tan confiable contra todos los peligros, que no tenemos nada que temer o de qué desesperar bajo su guía, su patrocinio, su protección’ (Bula Ineffabilis)”.

Pío XII: Mensaje radiofónico al pueblo portugués durante la coronación de la estatua de Fátima, llamado mensaje de la “Realeza de María” (13 de mayo de 1946).

La explicación teológica

– Como madre de Cristo Rey, la Virgen María participa en la realeza de su Hijo, sobre todo porque es la madre del Rey, y no solo la madre de un hombre que, después de su nacimiento, se convertiría en rey.

– Como corredentora, la nueva Eva posee a título subordinado el poder que el nuevo Adán adquirió por derecho de conquista.

– La plenitud de la gracia y de la virtud permite también otorgarle el título de Reina, al menos en el sentido en que llamamos rey a todo aquel que brilla por la excelencia.

– Ella ejerce esta realeza mediante la distribución de los frutos de la Redención, y por su intercesión infalible.

Los títulos de Reina de las diferentes órdenes de santos en las Letanías de Loreto: Reina de los Apóstoles, Patriarcas, Ángeles, etc., pueden significar la realeza como autoridad, y la realeza como excelencia.